La clave no es temer a la IA, sino saber usarla: Reflexiones en tiempos de cambio
Antonio Martín
4/13/20252 min read
Aunque siempre he sido una persona curiosa, debo reconocer que nunca me he sentido del todo cómodo con la tecnología. Me considero alguien de trato humano, más de conversaciones cara a cara que de pantallas y algoritmos. Pero todo cambió cuando decidí dar un paso más allá de mi zona de confort y empezar a utilizar la inteligencia artificial como una aliada en mi día a día profesional.
No, no me he vuelto programador, ni soy desarrollador. Simplemente he aprendido a aprovechar herramientas existentes que me ayudan a trabajar mejor, a ahorrar tiempo y, sobre todo, a seguir siendo competitivo en un entorno que cambia a un ritmo vertiginoso.
Adaptarse ya no es opcional
Vivimos en un momento histórico donde la transformación digital no es solo un reto para las grandes empresas. Es un desafío personal, casi existencial, para quienes queremos seguir siendo relevantes en el mercado laboral. En especial para perfiles como el mío, donde las relaciones comerciales y la toma de decisiones basadas en la experiencia han sido siempre el eje del trabajo.
La irrupción de la inteligencia artificial ha sacudido muchas certezas. Herramientas capaces de redactar textos, analizar datos o incluso sugerir estrategias pueden parecer una amenaza. Pero en mi experiencia, no lo son. Lo verdaderamente peligroso es ignorarlas o, peor aún, negarse a aprender a utilizarlas.
De la dependencia a la formación consciente
Uno de los mayores riesgos que veo en el entorno profesional es la dependencia excesiva de la tecnología sin comprenderla realmente. No se trata de dejar que la IA lo haga todo por nosotros, sino de entender cómo puede potenciar nuestras capacidades. Aprender a formular buenas preguntas, a interpretar resultados y a combinar lo que la herramienta ofrece con nuestro criterio profesional.
Yo mismo he pasado de la inseguridad frente a estas tecnologías a integrarlas como parte natural de mi día a día: desde automatizar tareas repetitivas hasta obtener nuevas ideas para resolver problemas complejos. Todo ello sin perder el control, porque la inteligencia sigue estando en cómo usamos la herramienta, no en la herramienta en sí.
Un consejo desde la experiencia
Si hay algo que puedo recomendar a cualquier profesional, sea del sector que sea, es esto: no esperes a que el cambio te obligue a moverte. Adelántate. Fórmate, prueba, equivócate si hace falta, pero no te quedes parado. La adaptación no es un lujo, es una necesidad para seguir aportando valor y manteniendo nuestra autonomía profesional.
Y ojo, adaptarse no significa dejar de ser uno mismo. Al contrario: cuanto más dominamos la tecnología, más espacio tenemos para lo verdaderamente humano (la empatía, la creatividad, el juicio crítico). Es ahí donde seguimos marcando la diferencia.
¿Te interesa este tema o estás en un proceso similar de adaptación al cambio? Me encantará intercambiar ideas. Puedes escribirme por LinkedIn o a través de mi correo: contacto@antoniomartinmenor.com.
Sigamos aprendiendo juntos.
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